Hoy vamos a hablar de Les Price, este chico que está tranquilamente en su sofá (el sofá no está tan tranquilo) bebiendo algo que no sé lo que es pero ya os digo que poleo-menta, té rojo o zumo de apio no parece.
Pues bien, este chico el otro día tenía que viajar a Irlanda en avión desde… yo que sé, yo no le saqué el billete, porque si hubiese estado en el mostrador del aeropuerto, genial porque hablaría tres idiomas, pero además, le habría recomendado ir hasta allí haciendo jogging.
El caso es que la compañía de su vuelo (que no sabemos cuál es porque no lo quieren decir, pero tampoco hace falta porque ya sabemos que todo lo malo pasa en Ryanair) obliga a los pasajeros de más de 127 kilos a comprar dos billetes para que puedan sentarse cómodamente en un asiento doble sin aplastar al pasajero que va al lado y evitar que se sienta como el salchichón: embutido.
El muchacho de la foto dijo: casi que voy a comprar dos billetes por si las moscas, que lo mismo hoy estoy reteniendo líquidos y me paso un poco de los 127. Pues concretamente se pasa ciento di… ciento vein… ciento cin… bueno, no me hagáis sumar, pero la criatura pesa 234 kilazos. Que sus vecinos se pegan unos sustos cuando llega a casa… “¡cariño, un terremoto!”, “ah, no, es el gordete, que se ha agachado al suelo. Se le habrá caído alguna miga del bocadillo”. Ay, igual me estoy cebando con el pobre… bueno, más se ceba él y no le digo nada.
Como decía, compró dos billetes porque sin saber de física ya se ve que en un asiento no cabe, avisaron al resto de pasajeros de que sus maletas viajarían en otro avión por motivos de seguridad (esto es mentira, ¿eh? Es que a veces no sabemos si distinguís la realidad de lo inventado) y el chico empezó a caminar por el pasillo de embarque. TUM, TUUUM, TUUUUUUM. “¡No podemos volar, se acerca un tsunami!”, chilló el piloto. “Ay, calla, que es el gordito de los dos billetes”, corrigió enseguida.
Y cuando entró en el avión… los pasajeros escondieron sus sándwiches de bacon y Les Price empezó a buscar su asiento doble. Pero pronto descubrió que…
¡¡¡LE HABÍAN VENDIDO DOS ASIENTOS SEPARADOS!!!
Sí, Presidente, nosotros también hemos flipado. ¡¡¡POBRE LES PRICE!!! Tenía dos billetes de avión que eran como los ojos de Leticia Sabater: estaba cada uno en un sitio.
¿Qué se supone que tenía que hacer? ¿Partirse en dos? Bueno, como creemos (basados solamente en indicios) el avión era de Ryanair, eso ya vendría después. ¿¡Pero mientras?! ¿Cómo iba a volar? Luego el avión no pudo despegar porque los motores dijeron: “mira, no. Esto se paga a parte” y no pasó nada, pero Les Price, el hombre que espera con ilusión que adelanten los relojes porque así desayuna una hora antes, se sintió fatal por lo sucedido y pensó que empezaría una dieta. Y ahora lo hace siempre… lo de pensarlo, digo, porque la dieta pa qué.
Desde aquí queremos mostrar todo nuestro apoyo, comprensión y cariño al gordo este. Mmmm… pero igual no lo estamos sabiendo transmitir.