Es posible que hacer un monólogo de gente que viene de otros países sea uno de los temas a los que más recurren los monologuistas y han de seguir haciéndolo, porque reírse de otra persona siempre es muy socorrido, y si además esa persona está lejos, mejor porque así no puede venir a partirte la cara.
Pero es verdad que hacer un monólogo sobre otros idiomas, o por lo menos, chistes sobre otros idiomas, funciona de maravilla ante los que te están escuchando porque son situaciones reconocibles.
¿Quién no ha ido a Londres y al empezar a pedir en el McDonald’s con su inglés de Vallecas le ha dicho el chico que atiende en perfecto castellano: “venga, dime qué quieres y acabamos antes”? Porque para muchos de nosotros los idiomas son como los billetes de 500: sabemos que existen pero nada más. Y no los aprendemos no porque no queramos, sino para solidarizarnos con los políticos y no dejarlos mal.
Pero si no sabes idiomas, y tienes por ejemplo que traducir un texto, contrata a un traductor profesional para no tener que avergonzarte de leer traducciones como estas:
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