Esta semana estamos muy dulces porque si en el último post hablamos de tartas de cumpleaños, en este hablamos de tartas de bodas. Porque en las bodas se come mucho… pero mucho, mucho porque la gente va con hambre. Que yo he visto a gente con tanta hambre en las bodas que le han dado un Huevo Kinder y se lo ha comido con juguete y todo. Y que se ha atragantado con el huevo y cuando lo ha escupido el juguete salía ya montado.

Pero sin duda la estrella de las bodas es la tarta de bodas y todo el mundo se esmera en que su tarta sea la más maravillosa. Más o menos como esta:

Pues un horror lo mires por donde lo mires a no ser que lo mires ya borracho que te dará igual. Pero si así es por fuera, estamos casi seguros que por dentro será más o menos así:

No queda ninguna duda que diseño del interior lo ha hecho un loco… o Calatrava. Pero tenemos otro tipo de tartas de boda.

Una tarta muy apropiada por si hay algún invitado que es amante de los animales. Aunque lo que igual quiere representar la tarta es que el novio tiene cuernos. La siguiente tarta es muy original.

Esto no es una buena idea porque hay determinadas cosas que sólo se las comerá el marido, digo yo… como las broncas, que nadie piense mal. Por cierto, un pensamiento: ¿en esta boda la novia va de blanco? Vamos con otra tarta.

Si la miras por detrás puede parecer que la tarta es un truño pero ya por delante te das cuenta de que efectivamente es un truño. Pero para truños esto:

¿Esto qué es? ¿A alguien se le ha ido la mano con la canela, con el cacao o directamente con el buen gusto? Pero sin duda, la peor tarta que hemos visto es esta.

Que algunos dirán: “Pues la tarta no es fea”. Es verdad, esta no es que sea fea… es que si la cosa empieza así no me quiero imaginar qué pasará en cuanto empiece la barra libre.

 

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