Hoy os hablamos de la gente que te molesta… bueno, tampoco es una novedad porque hace poco hablamos de cuñados. Ojo, que no vamos a hablar de gente que cae mal… como el Rey, que siempre cae mal porque cada vez que cae se rompe algo. Vamos, que al Señor Potato tú le pones una corona del Burguer King y podría ser Rey de España porque se desmonta con la misma facilidad.

Pues no vamos a hablar de gente que cae mal, sino que te molesta. ¿Cuál es la diferencia? Que yo creo que Juan Echanove o Mourinho es gente que cae mal y si un día van a misa y al comulgar le dan un par de hostias a ti te da igual… o hasta lo disfrutas, pero a ti no te molestan, pero cuando a las cuatro de la tarde te suena el teléfono despertándote de la siesta y descuelgas y escuchas: “Hola, soy Daisy, ¿es usted el titular de la línea?” Y tú: “Sí y no quiero nada”. Pero a ella le da igual y sigue: “¿Tiene teléfono contratado?” Y tú: “No, me estás llamando por morse, no te jode”. Y le cuelgas. Eso te molesta más que que cague una paloma sobre la ropa blanca.

Porque ese momento en el que tú estás a gustísmo en tu siesta teniendo un sueño húmedo… vamos, con la babilla colgando. Que una siesta se sabe si es buena cuando te despierta como Concha Velasco sin el Tena Lady: con un charco. Pues estás con tu siesta y te despierta por teléfono Daisy, que te dan ganas de coger a Daisy, a Mickey Mouse y a Pluto y meterle el teléfono por el ojal para ver si está contenta con su línea y, si su línea no le pone contenta, que ponga el móvil en modo vibrador que eso seguro que le alegra.

Lo que pasa es que de todo se aprende… menos de los Latin Kings que tienen poco que enseñar… aparte de dar palizas, claro. Pues como se aprende de todo ahora cuando me llaman pasa esto: “Hola, soy Daisy, ¿está contento con su ADSL?” Y tú: “Pues la verdad es que no, me lo querría cambiar”. “Pues ahorita mismo tenemos una oferta padrísima de 30 megas a 12 euros”. “Ah, qué buena oferta, me gustaría contratarla. Así que, si quieres me acerco a tu casa y formalizamos allí el contrato”. Y ella: “No señor, mejor formalizamos el contrato por teléfono”. “Ya pero yo prefiero formalizar el contrato cara a cara y prefiero firmarlo. ¿Me dices cuál es la dirección de tu casa y me acerco allí a firmarlo?”. Y ella: “Ya, señor, pero a mí no me gusta que me molesten en mi casa”. Y tú ahí es cuando le gritas: “¡NI A MÍ TAMPOCO ME GUSTA QUE ME MOLESTEN EN MI CASA: DESGRACIADAAAAAA!”

Y a partir de ahí dejaron de llamarme… durante dos días, claro. Próximamente hablaremos de más gente que molesta que hay unas cuantas.

 

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