Hace poco hablamos de gente que molesta (que puedes ver aquí) y también de los cuñados (que puedes ver aquí) pero como ha tenido mucho éxito hablar de la gente que molesta más que un calzoncillo a Rafa Nadal, que con toda la pasta que tienen no encuentra uno de su talla, que todos se le meten por el hojaldre.

Pues otras personas que molestan son los perroflautas que en cualquier esquina te encuentras a uno que te dice: “¿Me das algo?” Y tú: “Claro, toma champú”. Que ese pelo tiene piojos del año que le pidas. Lo que no entiendo es cómo la policía dispersa las manifestaciones de perroflautas con porras: si usaran mangueras saldrían corriendo disparados y no pararían hasta tocar Ceuta. Pues los perroflautas te molestan pidiéndote dinero a cambio de su arte… llámalo arte, llámalo que se te plantan delante del coche a hacer malabares, que en ese momento no empiezas a ver mal que si estuviera Ortega Cano conduciendo alguno de los coches igual el espectáculo mejoraba algo. Que luego tiene el morro de acercarse a tu ventanilla a decirte: “Oye, ¿tienes algo suelto?” Y sí: “Sí, el estómago. Que se me ha soltado al ver tu show”.

Porque el territorio de la gente que molesta está en la calle. Vas andando y te asaltan los de una ONG y te preguntan: “¿Quieres acabar con el hambre en África?” Y tú: “Perdona, no tengo tiempo”. Y ellos: “¿No tienes tiempo? Lo que no tienes es solidaridad. ¿Tú sabes que los niños de allí llevan tres días sin comer? ¿Qué te parece?” Y tú: “Pues me parece que ya se pueden bañar, que han hecho la digestión”. Es que te violentan sin que quieras: es una situación más tensa que cuando Ana Rosa Quintana les dice a sus compañeros: “Oye, ¿qué edad me echáis?”

 

Otro día seguiremos hablando de la gente que molestNOS SEGUIREMOS METIENDO CON LA GENTE.

 

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