Hay muchas maneras de llamar la atención: gritar, raparte el pelo, casarte con alguien que no te gusta y luego tener un hijo para divorciarte e ir a contarlo a “Sálvame Deluxe”… hay un montón. Pero en el mundo laboral… -aclaración para los jóvenes: “mundo laboral” es eso que existía antes donde se cobraba por trabajar, no como ahora que se hace gratis o pagando… los que tienen suerte-, pues en el mundo laboral también hay que llamar la atención y se han puesto de moda hacer tarjetas de visita cuanto más llamativas mejor. Veamos, por ejemplo, la de un cirujano plástico.
Que, como buen cirujano, fijo que ya te hace la tarjeta de silicona. Aquí tenemos la tarjeta de un entrenador de yoga.
Eso es plasticidad y no lo que te mete el cirujano de arriba. También está la tarjeta de un abogado matrimonialista.
Si la tarjeta se parte por la mitad es que son bienes gananciales, si no el divorcio es más caro porque es más largo y todos los gananciales se los lleva el abogado. También tenemos la tarjeta de un entrenador personal.
Este está muy bien porque además de entrenador es depilador, ya que le ha quitado de un tirón la tripaca y los pelos del pecho. (Igual esperabais un chiste de Falete o Carlos Jean pero estamos evolucionando) También tenemos la tarjeta de un fotógrafo.
También llamada: “tengo poca pasta para hacer tarjetas así que no me lo pongas todo negro, quita color y ahorramos”. Y, por último, tenemos la de una peluquería.
Que se nota que tienen mucho estilo, y sobre todo, mucho tiempo libre, porque si se pasan el día haciendo el tonto con cada tarjetita, eso es que no hacen nada en la peluquería y no será muy buena. Eso sí, la tarjeta es muy simpática.
La verdad es que lo de las tarjetas es original y a nosotros nos gustan mucho… concretamente las de crédito… si tienen crédito dentro, claro.
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